martes, 18 de enero de 2011

Felicidad

Hoy me he dado cuenta de algo: hay momentos del día en los que eres realmente feliz y no te das cuenta de ello porque estás demasiado preocupada en intentar serlo.

Y el tópico es cierto: la verdadera felicidad está en sacar partido a los pequeños momentos, a los detalles cotidianos, a los que no les das importancia porque están siempre ahí.

El olor del café recién hecho por las mañanas. El sabor de una deliciosa tostada de cereales que cruje en tu boca, haciéndote sacar de dentro un sensual suspiro.

Las pequeñas alegrías que recibes a lo largo del día, como la factura que es menor de lo que esperabas; o encontrar esa receta que tanto habías buscado justo donde habías mirado cientos de veces; o escuchar esa canción que tanto te gusta y que te hace bailar al oírla justo en el momento en que enciendes la radio....

Con lo fácil que es ser feliz, y lo difícil que nos lo ponemos la mayoría de las veces. Piensa. Piensa justo ahora si tienes tan sólo cinco cosas por las que estar agradecida hoy. Aunque sean insignificantes, aunque las tengas y no les des importancia, como la ropa que te viste, la comida que te alimenta, el techo que te refugia. Y si no encuentras cinco cosas, da las gracias por sólo una:

ESTAR VIVA

domingo, 9 de enero de 2011

Hipocresía

¿Quién fue el iluso que dijo: Año nuevo, vida nueva?


Si pensamos friamente en la frase, ¿qué vida nueva tienes el uno de enero que no tuvieras el día anterior? Todos sabemos que con esa frase se hace referencia al listado, muchas veces interminable, de los nuevos propósitos para el año que comienza. ¡Ay! pero yo os digo: ¿propósitos? ¡Ja!


En la mayoría de los casos, el tan ansiado "ganar más, adelgazar, dejar de fumar..." se queda en el baul de los recuerdos. Y sigues en el mismo trabajo infrahumano donde el jefe, cacique y misógino en la mayoría de las ocasiones, te sigue haciendo la vida imposible; no adelgazas ni a la de veinticinco, aunque quieras parecerte en lo más mínimo a las modelos de hoy en día, de medidas, por otro lado, infantiles, sin pecho ni caderas que las hagan parecer adultas; y lo de dejar de fumar, tampoco, aunque el gobierno, por una vez, te eche un cable no dejándote hacerlo en cualquier lugar y a cualquier hora de el día...


Así que, aunque parezca cruel, los buenos propósitos del año se quedan en eso, en propósitos, que de esos está el mundo lleno.


Este año no hay listado en este mundo, ni mental ni escrito, que pueda hacer que la vida mejore. Porque, no nos engañemos, la vida es muuuy difícil de mejorarla. El mundo se revoluciona ante nosotros, de tantos siglos que lleva soportándonos. La humanidad, esencialmente mala por naturaleza, no cambia de forma de ser, porque tiene "aposentadas sus reales nalgas" en la comodidad, la indolencia, la injusticia, y muchos adjetivos no aptos para menores. Y tú, con tus buenos propósitos bajo el brazo, cuando llega el 31 de ese mismo año, te das cuenta de que se quedaron ahí, bajo el brazo, pudriéndose sin remedio.


Ojalá más animales humanos (porque eso somos al fin y al cabo, una especie animal más) leyeran a autores como Sarah Ban Breathnan, que pretende que lleves una vida simple ejemplar, o libros como "Las nueve revelaciones", que te plantean una alternativa de vida a la que se lleva hoy. Ojalá se meditara más, se consumiera menos y se ayudara en lo posible.


Pero eso....


Eso.....


Eso son sólo BUENOS PROPÓSITOS

jueves, 6 de enero de 2011

¿Publicar o no publicar? Esa es la cuestión... (si te dejan)

¿Quién decide qué es correcto y qué no lo es? ¿Quién decide qué se publica y que no?


En este país, como todo el mundo sabe, para poder publicar se tiene que dar uno de estos factores, conocidos por todo el mundo, por cierto, pero por pocos criticados (dados por supuestos en la mayoría de los casos):


1. Eres famoso: ya seas presentador de televisión, cantante, futbolista, cómico o funambulista...


2. Alguno de tus padres lo es: lo cual ya te mete un pie en las listas de los privilegiados


3. Ocurre un milagro: y ganas algún que otro concurso modesto de provincias, lo que te va creando curriculum (el cual, por cierto, te exigen para algunos de ellos. Y, ya se sabe, la pescadilla que se muerde la cola: ¿cómo vas a crearte currículum si no ganas algún concurso primero?)


Bueno, perdón, hay un factor más:


4. Que te gastes el dinero en una co-edición: opción que, por cierto, intentan venderte cuando te dicen cosas como: "claro, es que yo lo imprimo y te lo promociono y, como es tan bueno, de las ventas te voy dando una parte". Ahora mi pregunta es: ¿no es tan bueno? ¿Porqué no me lo publicas tú corriendo tú con los gastos?


¿Es rebajarse moralmente el aceptar una co-edición? ¿Te sientes por un lado aplaudido porque alguien dice que tu libro es bueno, y por otro vapuleado porque no será tan bueno si tienes que pagar tú por verlo publicado?


Pero es aquí cuando lanzo una reflexión al aire, para que alguien la coja al vuelo: ¿qué hacer para publicar entonces?